miércoles, 24 de mayo de 2017

De ladrones y monólogos interiores...

De la red. "Monólogo interior"

¡Hola! ¿Os apetece leer unos cuantos monólogos interiores? ¿Que qué son? El monólogo interior es una técnica literaria con la que se reproduce en primera persona el pensamiento de un personaje, como si fuera su conciencia. Divertido e interesante trabajarlo. 
¿Lo habéis probado?

Ahora imaginad que os propongo un robo de algo absurdo y os hago escribir justo en el momento en que os descubren. 
Leed, leed el discurrir de una parte de la clase. ¡No tiene desperdicio! Claro que... robar una caja de condones en sí, a día de hoy, tampoco lo tiene. ¡Qué valientes son! ¡Y cómo se salen a veces de lo que les pido, porque su imaginación les lleva...!

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***VÍCTOR***

La Gran Idea

Las vueltas que da la vida, ¿verdad, Víctor? Quién iba a predecir que aquella chiquillada inocente, robar una triste caja de condones, habría de tener estas consecuencias. Claro que igual el desencadenante no fue el robo en sí, sino la posterior sesión del taller de literatura creativa. Solo a un genio de las finanzas como tú se le habría podido ocurrir esta Gran Idea Empresarial. En Bidasoa Activa se van a morder los hue... Y todo surgió simplemente mezclando el robo de una caja de condones con los condones de chocolate que se mencionaron en el taller de literatura, qué cosa tan tonta. El mundo se postrará a tus pies, querido Víctor, cuando se ponga en marcha tu proyecto industrial, cuando todos sepan que ha nacido una nueva empresa en Irún, la fábrica definitiva, la fábrica que acabará con el paro en la comarca del Txingudi, la fábrica de la que todos hablarán durante años: "Condones Elgorriaga".

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***ODEI***

Seré bobo, me han pillado. ¡Seguro además! Cógelo, entra y cógelo que no pasa nada, Pepito no se entera, con esas gafas de culo de vaso no ve nada. Quién me habrá mandado hacerles caso, ¡a mí! Si yo nunca he robado. Maldita presión de grupo. Que es muy fácil, ¡sí! para ellos que llevan toda la vida en eso, tienen el máster hecho y encima les importa un pepino que les pillen pero a mí que soy el hijo del alcalde. Ay cuando se entere mi padre, Ay la bronca y la vergüenza. ¡Menuda vergüenza!
Se enterará todo el mundo, no podré ingresar en la universidad, me tacharán de ladrón, sin bodas de alto standing, sin llaves especiales, sin nada, sin futuro. Adiós a mi carrera: lo único que podré hacer será algo artístico, como si lo artístico pudiera mantener mi  nivel de vida, un pordiosero, un perro flauta, escritor de mala muerte, músico sin vocación relleno de guitarra en los conciertos POP cursi, pintor de brocha gorda ni idea de cómo son las finas. ¡Adiós, adiós a mi carrera y presidencia del estado! ¡Yo que iba a ser el triunfador de la familia! Alcalde como mi padre, abuelo, bisabuelo y tatarabuelo y el primer presidente de la saga, salvador de la patria putrefacta de ladrones pordioseros. Ahora yo soy el ladrón, un ladrón pordiosero más.

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***LOLA***

¿Bueno….y esta lerda que querrá ahora?... ¡No pretenderá que le vaya a hacer caso!
Ésta imbécil no sabe con quién está hablando. No sabe que si a mí me da la gana de coger algo de su asquerosa tienda pues lo cojo y listo.
Yo puedo hacer y hago lo que me da la gana.  Debería estar agradecida de que haya puesto mis pies en su negocio.
Como se ponga tonta le doy una hostia que la reviento.
 Qué pena no llevar una pistola encima, se iba a enterar.
Igual debería hacerme con una y llevarla siempre en el bolso. Tendré que preguntarle a Pedro cómo se podría conseguir. Pero anda que ese inútil no tendrá ni idea, tendré que ocuparme yo personalmente, como siempre.
En fin ni caso. Yo a lo mío. Salgo de este sitio y ni le miro a la cara, que como me dé la vuelta no sé lo que le puedo hacer.
 Tengo prisa. Igual averiguo dónde comprar una pistola. Pues sí, eso es, voy a buscar un arma, que ya me está haciendo falta.

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***ANTXON***

Me ha pillado, ¿cómo seguirá esto? ¿Llamará a la policía? ¿A mis padres? ¡Ojalá sea a mis padres! Si siempre te has portado bien, Imanol, hijo, ¡qué disgusto! Que se jodan, que vean que ya estoy harto de seguir las normas, que se jodan seis veces, una por cada condón de la caja que he mangado. Además hoy he roto el boletín de notas, todas de sobresaliente, la risa que me entra, ¡qué risa! Ahora que se calle este tío de blanco, que abre y abre la boca, que haga lo que le dé la gana, no me importa, a ver si al final le voy a echar el estante de los condones al suelo, que no os enteráis, ni los farmacéuticos, ni los profesores ni por supuesto mis padres, ¿habéis leído a Freud? Pues yo sí, a mi edad, sí, y aunque parezca increíble he pillado algo, todavía le voy a soltar una patada en los huevos al fantasma este si no se calla y no me suelta del brazo. Que sí, que el barbudo austríaco sonreiría al verme así y confirmaría una vez más sus teorías, que no hay casualidad en nuestras elecciones, no, no es de extrañar que hace dos días tuviera una mañana entera de educación sexual, y yo mirándole todo el rato a la distante Carla, ¡qué cuerpo, por Dios! esa sí que me educaría, Carla estos condones son para nosotros dos, ¿no es romántico? pero ¿no es demasiado previsor? Muy bien hecho hijo, así evitarás embarazos no deseados y posible infecciones, a la mierda mamá, que me dejen de educación y de notas y de mamarrachadas, lo que yo necesito es echar un polvo, ¿es que no lo veis? Toma patada, farmacéutico, por pelma, ¡Cómo te doblas, tío! ¡Vaya flexibilidad!
(19 líneas)

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***LANDER***

Odio las colas cuando sólo tengo que comprar una cosa, y más si son condones, entre panes, penes...mis penes de látex. Y qué calor que hace, qué humedad, qué lubricidad en el ambiente y cómo suda el chaval de delante, parece que viene de hacer deporte. Se parece con esa espalda a David. David con sus dieciséis años junto a mí, con trece. Los dos mirando los condones de la farmacia que antes ocupaba lo que ahora es la sección de congelados del Eroski. ¡Uff! Lo recuerdo y entre el sudor, la calor y esa espalda futbolista, mi rabete se pone tieso.

            Aquella tarde mirando los profilácticos también me empalmé, mira que soy tonto que todavía se me pone el corazón a mil. Si todavía puedo escuchar la voz de David susurrando “a que no te llevas unos”, y el “a que no hay cojones…”  todo el mundo sabe que es lo mejor que se le puede decir a un adolescente para que se decida a hacer algo, por muy estúpido que sea.  Además la adolescencia está para pensar con la polla, para sudar y gemir, y vomitar hormonas. Y está para correr y perder el aliento. Y cuando no te queda más aire que respirar notas la mano de tu compañero que con más fondo que tú decide tirar para que conseguir el trofeo, nuestro trofeo no  caiga en saco roto.


            Te tiras sobre la hierba del baluarte de la reina y el limaco no te deja ni parpadear, el latido estallando en tus orejas, y flores blancas reflejadas en el interior de los párpados. Y cuando decido que puedo volver a ver el cielo azul, sus labios son mis labios, y su lengua rompe el murmullo para convertirlo en el silencio del primer beso. Y su cremallera acaba abriéndose en el grito de mi primer gemido. Doloroso  y jodidamente bello. Como su sonrisa, como esta cola de supermercado. Sí, cajera, estos son mis condones, y los he comprado. Aunque si siempre fuese igual, si viniesen con David volvería a robarlos; pero los primeros besos no se venden en la sección de congelados.

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