En abril del 2014 se nos fue mucho más que un Nobel, dejándonos su realismo mágico tatuado en la piel. Hasta siempre en nuestra Biblioteca, Maestro Gabo. |
Imaginad que a partir de la biografía de varios autores archiconocidos tenéis que contar una historia sin saber quién es quién, ni de qué irá su vida, ni nada, absolutamente nada más.
¿Os inventaríais un capítulo a partir de una sola frase anónima?
He aquí unos ejemplos:
**Por Junkal.
Mi madre me pidió que la acompañara a vender la casa. Entonces no supe ver el cambio que eso supondría en mi vida.
Nos mudamos a un pueblo costero, con pocos habitantes que al principio nos miraban recelosos. No podía creer que mis padres tomaran semejante decisión sin consultarme. Sentía que jamás los perdonaría. En aquel momento no fui consciente que de mi mayor desesperación surgiría mi mayor alegría.
Mis días se tornaron grises, angustiosos y tremendamente solitarios. Mi vida se derrumbaba ante mis ojos sin que pudiera hacer nada para evitarlo. Me refugié en los libros y aunque al principio no conseguía concentrarme, poco a poco, la lectura, que hasta entonces no me atraía demasiado, resultó ser una válvula de escape.
Como no tenía ningún amigo con quien desahogarme, plasmaba mis sentimientos en una especie de diario y poco a poco, empecé a sentirme como el drogadicto ávido de su dosis. No podía parar. Escribía y escribía.
Aunque era lo único que me apetecía hacer, yo misma me obligaba a salir de vez en cuando y era maravilloso comprobar lo que el mundo me ofrecía y así darle forma en el papel.
Mi mente se expandió y las palabras salían de mí en un torrente de imaginación. Todo en mí cambió. De ser una joven malhumorada, pasé a ser una persona alegre y llena de energía.
Gracias a esas experiencias de la juventud, me convertí en una escritora reconocida y galardonada. He ayudado a muchas personas a comprender que la vida nos da maravillosos regalos, aunque el envoltorio no nos guste.
**Por Ana.
No falta drama en mi vida, me sobra material de circo para escribir.
Siempre supe que la existencia era una broma pesada. Dios no fue benévolo conmigo, pues no pasaba un año seguido sin que me asolara una desgracia. La única manera de sobrevivir a tantas penas, fue creer que todo era una ilusión. Un gran teatro en el que me tocó hacer de personaje triste.
Oí muchas voces que me dijeron que era un hombre muy fuerte, también hubo quien me llamó insensible, pero no soy ni lo uno ni lo otro; tan solo soy un náufrago que va a la deriva buscando tierra firme braceando hasta ella porque intento salvarme.
Acaso, ¿no hacemos todos nosotros lo mismo?
Pero algo he aprendido que tan solo lo breve tiene importancia. Ese instante que pasa y que apenas deja rastro.
Ahora, mi memoria no alcanza más que para recordar las risas, las tardes de sol, la conversación amable, el enamoramiento adolescente y la pasión por una mujer que me dio tanto, que ya nunca más fui capaz de amar a otra.
Tan solo recuerdo todo lo que me hizo feliz que, por desgracia, no fue mucho. Pero a base de rememorar mis días dichosos una y otra vez, los hago grandes.
En estos momentos, en que sé que estoy llegando al final del camino, llevo una existencia solitaria y apacible. Lleno mis horas escribiendo mi autobiografía. La mitad de los lectores se creerán mi historia y la otra mitad, seguramente no.
Y todos estarán en lo cierto.
¿Alguien se atrevería a decir a quién pertenece esta primera frase?
Si no lo sabéis, leed, leed...