Curso 2016/2017 de Escritura Creativa. |
Ayer fue la última clase de este curso de escritura creativa 2016/2017 en el #CBA. No pudieron asistir todos los que son, pero como siempre, entre los que estuvimos, ¡se armó la marimorena! Y es que no ha habido clase en que las risas no hayan atravesado los tabiques, en que la creatividad del compañero no nos haya dejado con la boca abierta y es que... ¡hemos acabado aplaudiendo relatos que a principios de curso parecían impensables!
Nivelón el de este año que me ha hecho improvisar y sudar a partes iguales, porque exige concentración dirigir un barco tan veloz. Gracias a todos por haber hecho que intente superarme, y sobre todo, miles de millones de gracias por haber confiado en mí para soltaros sobre el folio en blanco y escribir, ¡de lo que sea! , pero escribir. Sois unos valientes y no me cansaré de decíroslo. Gracias por vuestra generosidad. Os llevo siempre conmigo, y en este blog, comparto para todas las personitas que os leen, vuestros últimos trabajos. En octubre regresaremos con muchas historias más por contar. Muaks! ¡Nos leemos!
pd. En este ejercicio, cada alumno debía aportar un animal a la clase e incluir un diálogo. Estos han sido sus resultados. ;)
*****************************************************************************ESPERANZA***
El lunes, último día de clase, una grata sorpresa nos aguardaba. Había un loro con un bonito plumaje cerca de los periódicos. Cada vez que pasaba uno de nosotros, le decía algo:
-¡Qué loro más bonito!
-Para milagros a Lourdes.
-Ya veo que te estás instruyendo.
-La vida es como un hotel, hay que llevarse todo lo que se pueda.
-¡Que ya es hora de entrar!
-Bonita hora para cobrar una herencia.
-¡Vaya pájaro que nos han traído!
-No hay mejor desprecio que no hacer aprecio.
-¡Hay que ver qué gordo estás!
-Más vale tener que no desear.
-Yo por si llueve he traído un paraguas.
-Mujer prevenida vale por dos.
-¡Decidme si es un loro o una cotorra!
-Esa es la cuestión; ser o no ser.
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***JAVIER***
Sólo
a ella se le podría ocurrir semejante idea, pero como la dobladora y el
ilustrador habían dado juego, “¿por qué no iba a funcionar bien un animal?”,
pensé para mí. Si llevo un perro o un gato, a lo mejor conseguimos que nos
aporte ideas y hasta que las logre plasmar en papel.
Soy
poco amigo de mascotas, pero pensé en Trizas, el gato de mi amiga Carmen,
hermoso salvo cuando lo pela. Entonces parece el espíritu de la golosina.
Le
llamo por teléfono y le expongo mi deseo.
–¿Trizas?–me dice. Y a través de las ondas
oigo que lloraba como una magdalena.
–Perdona –le digo –no sabía que te iba a
causar tanto dolor dejármelo.
–Pero si no es eso –me dice entre hipo e
hipo, –es que hace ya un año que le tuve que poner la inyección letal, yo
misma, y todavía me duele.
La
verdad es que no esperaba esa reacción de una veterinaria profesional, me
disculpé como pude y colgué. Primera tentativa fallida.
Pensé
en perros de amigos. Descarté el de mi amiga Inés, porque es un perro muy
metódico y para la hora en que volvería a casa, probablemente se le habrían
pasado las ganas de cenar. Y, además, ¿aguantaría la hora y media sin mear? Me
decanté por Puxka, el perro de mi amigo Luis. He paseado alguna vez con los dos
y le encanta olerme y chuparme los pies a través de las sandalias. No sé si lo
que le gusta es el sabor del cuero o el quesillo que se me forma entre los
dedos. Me estoy refiriendo a Puxka, no a Luis.
Me olvidé
del teléfono y fui personalmente a su casa. No fuera que Puxkatambién estuviese
fiambre. En cuanto toqué el timbre, el perro ladró. “¡Está vivo!”, me dije.
Abrió el propio Luis y aunque me invitó a pasar, le expuse el tema bajo el
quicio de la puerta. Quedamos en el CBA el lunes, cinco minutos antes de las
siete.
Llegó
el lunes, me lo trajo, Luis se marchó y el perro se olvidó del amo olisqueando
mis pies. Para que el resultado fuera mejor, yo había intensificado el aroma
con unos restos de Cabrales asturiano, que guardaba en un recipiente hermético
en mi frigorífico.
Nada
más superar la puerta corredera de cristal del CBA, veo que se acerca a toda
velocidad Marieli.
–Aquí no se puede entrar con
animales –me dice de una manera poco correcta y desacorde con la buena relación
que tengo con ella.
–Pero si nos ha pedido la
profesora del Taller de Escritura que traigamos un animal…
Acto
seguido fue a buscar refuerzo conPati yMertxeTrantxe. El problema era que el
resto del grupo había entrado el taller camuflando sus respectivos animales:
una lagartija, una araña, una serpiente mansa, un hámster, una cucaracha, hasta
una pulga y otros animalejos pequeños.Esperanza había llevado un peluche.
Cuando las responsables vieron el taller en esas condiciones, ¡clamaron al
cielo!Yo me tuve que ir a casa de Luis para devolver a Puxka, que ya se había
encariñado de mis pies a perpetuidad. No había forma de quitármelo de encima y
tuve que pedir a mi amigo que me dejara usar la ducha para que desapareciera mi
olor a Cabrales. Así acabó la última clase del curso y me quedé sin cuchipanda
y sin despedirme de los amigos de tantas horas de risa.
En
setiembre, cuando me fui a inscribir para el curso 2017-2018, vi que habían eliminado el Taller de Escritura. A
decir verdad, no me sorprendió. Pregunté las razones y todo fueron evasivas o
respuestas incongruentes. Lo habían sustituido por otro de Cocina Creativa ¡Nos
lo habíamos ganado a pulso! Ahora, algunos lunes el CBA huele a... Biblioteca… Creativa.
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***LOLA***
"Una tarde con Charly"
-Hola chicos, os presento a Charly - saludó Lander nada más
llegar a clase.
De su mano caminaba torpemente un chimpancé, vestido
prácticamente como él. Un pantalón de peto, una camiseta de chillones colores y
una visera roja con alas completaba el
atuendo del viejo animal. Todos se quedaron boquiabiertos y con cara de susto.
Lander les dijo: "tranquilos, Itziar ya lo sabe, me ha dicho que lo traiga.
Además es muy pacifico, es muy mayor. Es que ahora tengo un nuevo novio, bueno
nos estamos conociendo. Trabaja en un circo, es trapecista. Es muy guapo y estácachas y es muy majo. No sé, diferente".
Miren y Lola se giraron y pusieron cara de interés, Miren al
oír la palabra circo y Lola al oír la palabra cachas.
-Este chico heredó a Charly al morir su padre y le
prometió que siempre cuidaría de él,
hasta el final de sus días. Para Antonio es prácticamente como un hermano,
continuó relatando Lander.
Los compañeros empezaron a interesarse por la
historia que relataba Lander y todos preguntaban a la vez .Itziar intervino
diciendo: "venga vamos a trabajar, ya vale de charla. Lander dale un cuaderno y
un lápiz a Charly, que igual hace algo".
Cuando estaban concentrados escribiendo, Carmen que estaba
sentada al lado de Charly le dijo a Lander: "Oye, este mono será muy majo pero
huele que apesta". Lander respondió: "No es un mono, es un chimpancé. El tema es
que el pobre es incontinente, por la edad y lleva pañal".
Pili sacó del bolso un frasco de colonia y se acercó a su
asiento para rociarlo y mitigar el tufo. Charly, en un segundo, se hizo con la
colonia y corriendo para que nadie le
cogiera, se la iba bebiendo de trago.Cuando ya se la había trincado se paró en
seco. Se quitó el pantalón y el pañal,
con lo cual la pestilencia fue aún mayor. Todos comenzaron a chillar y Charly,
por imitación, también.
Con cara de sátiro comenzó a perseguir a Pili y a Amaia, tocándose con fruición los genitales,
por lo que ambas cada vez gritaban a más
volumen. En estas, Agus interceptó al animal con su brazo, pero sobre todo con su
voz. Charly, del susto, se encaramó en la pizarra. Y Lander le protestó a Agus: "¡Ten cuidado con el pobrecillo, que es el casi hermano de mi casi novio!"
Entonces se formó tal algarabía, unos a favor y otros en contra del animal, que
se personó en la sala el guarda de seguridad de la biblioteca. Cuál fue su
sorpresa al abrir la puerta y ver las sillas caídas, los papeles por el suelo,
las chicas despeinadas, todos ellos sofocados y un chimpancé subido a la
pizarra, semidesnudo, con su miembro erecto y blandiendo la muleta de la
profesora de manera amenazante.
-¡Todos a comisaria! ¡El mono también! -dijo el guarda
cabreado.
Había que ver la cara de estupor del inspector Guisasola,
cuando vio aterrizar a aquella cuadrilla de chiflados de la biblioteca,
acompañando a un chimpancé borracho.
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***IRIA***
Aquel lunes
Danko, mi perro guía, se equivocó de puerta.
Perder la vista
te obliga a empezar de nuevo en la vida. Tienes que aprender a vivir habiendo
perdido los colores. Tus mejores recuerdos destiñen al envejecer e,
irremediablemente, acabas olvidando la capacidad de soñar en tecnicolor. Tienes
que aprender a reconciliarte con el reflejo en el espejo que no puedes ver. Y
tienes que aprender a mirar la vida.
Cada día, cada
mañana, cada despertar, debes reconciliarte contigo mismo; aunque no haya silueta
capaz de anunciarte el fin del sueño.
Cada día, a cada
hora, a cada instante, debes pelear con una vida que se esconde.
Perder la vista
torna el silencio en la más angustiosa de las torturas. Atruena. Se te clava en
los tímpanos. Ahoga. Pero perder la vista torna el más bullicioso de los
momentos en la más mísera soledad. Te empequeñece. Te aisla. Te exilia.
Aquel lunes
Danko, mi pero guía, aún estaba aprendiendo a ver por dos.
En aquella aula
no había silencio. No había bullicio. Había voces y había miradas.
Me llegaba la voz
pausada, seductora y arrolladora de Agustín. La arrulladora y evocadora de
Begoña. La ingenua, improvisada y divertida de Espe. Y la acompasada e
inspiradora de Pili. Me imagino a Lander como un titiritero guasón que se divierte
a la par que conquista a todos con su inteligencia. La cómica y audaz prosa de
Víctor siempre me sorprende y me hace reír mientras que Javier no elude ocasión
para burlar a la vida y regalarnos pinceladas de todo lo que ésta le ha
enseñado. A veces creo que soy capaz de vislumbrar la sonrisa de Miren gracias
a su contagiosa alegría de vivir. Me cuesta seguir el hilo de las palabras que
Iria parece tener tanta ansia por contar. Loli, tan seria a veces, tan
insinuante otras; y Carmen, con su prosa protesta, que recupera en cada línea
que escribe todos esos libros que sus ojos han devorado y le han dejado huella.
Aún no sé si Elena es la persona más observadora del mundo o la más imaginativa
pero sé que gracias a sus prolijas descripciones y detalles hago mías todas sus
escenas.
Y tantos y tantos
más.
Nunca están todos
los que son, pero doy fe de que son todos los que están.
Aquel lunes
Danko, mi perro guía, aprendió la ruta más importante que habría de seguir a
partir de entonces.
Cada quince días escucho
mientras aprendo de nuevo a mirar; y recupero poco a poco mis sueños y mis
colores. Ellos me dejan escucharles mientras escriben de ciencia ficción, de su
infancia, de sexo, de mentiras, de besugos, de planetas descubiertos y por
descubrir, de verdades veladas y de aspiraciones muertas.
Cada quince días
regreso a mi casa pensando en qué colores vestirán tantas palabras y si algún
día yo sería capaz de pintarlas. Y me acuesto pensando en palabras; palabras
que arrastran historias, versos y realidades -propias o ajenas-. Pero lo último
que viene a mi cabeza antes de cerrar los ojos a la oscuridad es la risa. Una
risa heterogénea, armónica y acompasada, comandada por Itziar. Una risa en
grupo de personas tan dispares que me han enseñado que para ver no siempre hace
falta mirar.
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***MIREN***
-Hola Elena, ¡qué casualidad¡
-Sí, sí, es la primera vez que vengo.
-Este parque para perros está muy bien,
con tantos árboles y tanto verde. ¡Qué bonita tu mascota¡ Pero… ¿qué es? No me
aclaro.
-L a verdad, Miren, es que es un bicho
raro: mezcla de tigre y pantera. Lo que pasa que al ser cachorrito lo puedo
sacar sin problema, no sé qué haré cuando crezca...
-Será un problema, porque no creo que
puedas quedártelo en casa.
-Bueno, vamos a pasear un poco a ver qué
hace con mi perro, ¿cómo se llama?
-Le puse «Panti», por la mezcla de los dos
animales, ¿qué te parece?
-Original, a ver qué hace mi perro, que es
un poco revoltoso, ¡ah! Se llama Sugus a pesar de su tamaño y una dulzura
regular.
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-Oye, ¿de verdad te llamas Panti?
-Sí, chico, mi dueña, que es así. Se porta
muy bien conmigo, aunque tengo muchas tentaciones de pegarle un buen mordisco,
no creas.
-Yo de momento, me aguantaría, mírame,
vivo como un rey, como dos veces al día, damos paseos geniales por el monte y lo cierto es que le tengo mucho cariño.
-Ya, pero yo soy de naturaleza salvaje y
mi instinto me puede.
-Es que estos humanos, son la monda, ¿por
qué no podía coger un perro como todo el mundo?
-Yo creo que le di pena; cachorrito
despistado, nadie me adoptaría. Ahora, eso sí, mi mayor deseo es conocer la
selva y mi entorno natural; ¿tú crees que iré algún día?
-Supongo que tendrán que llevarte, porque
pasear, lo que se dice pasear, no es lo tuyo.
-Es que es ver carne en movimiento y me
entran unas ganas de morder que hasta te mordería a ti.
-Oye, oye, no te pases que me pongo a
ladrarte y del susto se te pasa el hambre.
-Bueno, no pienso morderte, de momento...
-¡Bien, ya me sueltan! Me voy a correr un rato.
-A mí por si acaso, no, así que ¡hala, que
lo disfrutes!