Ilustración: AITOR ESPIE SANCHEZ - "Sueños de espuma". |
El 24 de marzo tuvimos la suerte de contar en clase con la presencia de un ilustrador al que admiro y que, amablemente y con todo su buen rollo, se apuntó a mi locura sin saber muy bien a qué venía.
Aitor Espie es un irundarra que dibuja auténticas maravillas, sugerentes y divertidas, melancólicas y reflexivas. Humor gráfico, ilustrador y dibujante, aquí tenéis su blog para que sigáis su estupendo trabajo: Garabatos en el cuaderno.
Y aquí, como siempre, los ejercicios que se escribieron a contrarreloj en clase. ¡Valientes! Que son unos valientes...
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Y aquí, como siempre, los ejercicios que se escribieron a contrarreloj en clase. ¡Valientes! Que son unos valientes...
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Mikel, aunque un poco travieso, siempre ha sido un niño
encantador. Su preciosa melena azul nos hace recordar las pequeñas olas de ese
mar que él tanto ama, sus ojitos azules y vivarachos nos invitan a soñar con
las profundidades de su querido mar; y, qué decir de su sonrisa…. La alegría de
nuestros días.
Cada día, cuando
termina sus clases, se acerca hasta la playa para jugar con las olas meciendo
su pequeño barquito de papel. Su ama, cuando llega a casa, siempre le regaña
porque tiene los oídos muy delicados de pasar tantas y tantas horas en el agua.
Al final, hace
dos semanas, pasó lo que tenía que pasar, y ahora Mikel está en la cama con una
terrible otitis. (Asun)
***
Remando las olas
Melisa era una joven un poco
lunática y bastante soñadora. Hacía cosas extrañas según los demás; le gustaba
ir a la playa que estaba detrás de su casa, cuando no había nadie. El contacto
de sus pies descalzos con la arena le removían algo por dentro, como si le
subiera una energía interior.
Sólo tenía que cerrar los ojos y
su cuerpo se ponía a bailar, extendía los brazos y como si fueran remos
navegaba sobre el viento; giraba y giraba dando vueltas hasta caer rendida y
mareada sobre el manto de arena.
Una tarde dió tantas vueltas
sobre si misma que perdió la noción de la realidad. Cuando recuperó la
estabilidad levantó la cabeza y sus ojos verde mar se confundieron con el agua.
A lo lejos creyó ver un velero: no lucía velas, ni tenía consistencia, parecía
frágil como los barcos de papel que tanto le gustaba construir de pequeña. Se
frotó los ojos, pensó que era producto de su imaginación. Según se fue
acercando lo pudo ver con más nitidez. Era grande y su cubierta estaba pintada
en azul. Sin pensarlo se lanzó al agua, nadó con fuerza hasta alcanzarlo.
Del barco colgaban unas escaleras
de cuerda, subió por ellas; una vez en cubierta no vió a nadie. Encontró una
caja con varios instrumentos de navegación y una hoja de instrucciones: El
inicio de la hoja decía asi: Capitana Melisa, bienvenida a bordo; que esa línea
que ves al fondo no te limite, el barco más frágil puede llegar muy lejos,
navega siempre a favor del viento; no tengas prisa, observa y maravíllate de lo
que ves, solo depende de ti aprender a sortear las olas. (Mª Jesús)
***
Mi
melena azul es como un mar encrespado zarandeado por el viento.
Sueño
que navego en un barquito de papel y vuelo en el frío, helada, con el corazón
ardiendo.
(Javíer)
***
CUANDO DE VERDAD SE QUIERE
La peluquera se quedó sorprendida cuando le pedí que me
tiñera el pelo de azul. Insistí. Lo necesitaba.
Mi padre no había podido de arreglar la lancha. Cientos de
horas de proyecto inacabado. Mientras colocaba el biturbopropulsor al motor de
mi regalo, le dio un calambre y de repente desapareció de mi vista. Pulgarcito
me llamaba desde el suelo.
Él quería navegar conmigo. Le hice un barquito de papel y me
solté la melena al viento. (Pili)
***
Últimamente conseguía evadirse del infierno de clase echándose a la mar en un endeble barco
de papel hecho con las páginas centrales de los periódicos de su padre que los domingos
robaba a escondidas cuando él estaba durmiendo la siesta.
Era pequeña, como su madre. Nació antes de tiempo y sin embargo siempre llegaba tarde a
todo. Incluso a crecer.
Creía tener amigas, aunque en eso tenía que reconocer que se engañaba. Las que decían serlo
eran crueles con ella. La llamaban ‘pitufina’ a sus espaldas, y eso le hacía daño; aunque no
tanto como cuando los chicos de su clase lo transformaban en un insulto y aprovechaban
cualquier tropiezo con ella para, disfrazándolo de carraspeo o estornudo, espetárselo a su
paso. (Agustín)
***
Ilustración: AITOR ESPIE SANCHEZ "La niña que me pintaba los sueños". |
Tras la cena, Patxi se sentó en el sofá y continúo con la
lectura de su libro sobre los sueños y su interpretación. Poco a poco el sueño
se fue apoderando de su cansado cerebro y, de una manera casi inconsciente, se
quitó las gafas, se hundió en el sofá,
puso el libro sobre su regazo, y… claro, empezó a soñar. En sus sueños
apareció, casi de inmediato, su pequeña hija Joana. Joana dibujaba el sol,
corazoncitos, se dibujaba ella misma, también –como no- a su hermanito Urko.
Patxi dormía, soñaba, sonreía… No necesitaba de Freud para interpretar su
sueño: era la felicidad de ver crecer a sus pequeños. Cuando el ruido del
televisor despertó a Patxi… ¡Joana había pintado toda la pared de la sala!
(Asun)
Pillada infraganti
Marta era una niña muy lista.
Siempre había tenido tentación de pintar en la pared, pero claro eso estaba
prohibido. Las cuartillas junto con las ceras que le ponía su madre en la mesa,
las rompía después de terminadas sus obras y acababan esparcidas por el suelo.
Aquella tarde se quedó al cuidado
de papá.
- ¡Papi leéme un cuento!
- Si, como no mi amor. Te leeré
el de la Bella Durmiente.
- Vale.
A los cinco minutos.
-Papi, sigue, ¿porqué te paras?
-Ay, lo siento. ¡Estoy tan
cansado! Déjame dormir un ratito y más tarde prometo leértelo entero, no uno,
sino todos los que quieras.
-¿De veras?
Al rato, -fiu, brr, fiu, brr...
Esta es la mía -pensó Marta-,
toda la pared para mí. Cuando estaba de lleno en la faena pintando como una
obsesa, oyó la puerta de la calle.
- ¡Ya estoy en casa!
***
Un
libro, lo ojeo sentado en el sofá, me caigo de sueño,lo apoyo sobre mi corazón
y duermo. Su ligerapresión reactiva mi soñar y surge mi sueño perfecto: Mi hija,
que tanto deseé, embadurna la pared de monigotes, probable fruto de mi
transmisión genética.
Esta
es la parte de mi sueño deseado, pero el soporte sobre el que se asienta es
algo muy distinto: Un gran río me lleva y me zarandea.
Cuando
despierto, veo un enorme charquito al pie del sofá. Mi río soñado era real y
ahora se muestra convertido en un gran lago de baba. (Javier)
***
La soñé cientos de veces. Pintarrajeando mis sesos. La soñé
cada vez que me quedaba dormido en el sofá. Y aterrizó en mi vida.
La invitaba a imitarme dándole cuadernos y rotuladores. Ya
no tenía que soñarla. Su presencia, un relax que un día, despertó con sus
gritos. Con su dedo, manchado al parecer de chocolate, señalaba hacia una
muñeca pintada en la pared.
—¡Aita!¡Caca!
(Pili)
***
‘Shhhhh!’
‘Tengo que apretar más suave la tiza, si no voy a despertar a mi aita y no podré seguir pintando
sus sueños’; se dice María poniéndose de puntillas con esfuerzo para alcanzar a pintar de azul
cielo el pelo de su ama.
‘La próxima vez, antes de que se duerma, le tengo que decir que se acueste en el suelo. Es que
sueña tan alto que no llego.’
María revuelve sus pinturas escogiendo meticulosamente el color. Sus dedos pequeños se
afanan en agarrar las pinturas elegidas, las pasea por el aire, trazando líneas imaginarias de
color, pintando la respiración cansada de su padre que, irremediablemente, ha acabado por
quedarse dormido en el sofá. (Agustín)
***
Gracias Itziar, fue una tarde mágica,dado el nivel de fantasía que se podía escuchar en los relatos de tus alumnos. Menuda capacidad de inventiva demostraron.
ResponderEliminarUn abrazo.