domingo, 8 de febrero de 2015

Historias con música


Cuando escribimos no podemos obviar el ambiente, es parte esencial de la escena donde se desarrolla la acción.

Por ello, con motivo del día de Todos los Santos,
en mitad de la clase cerramos los ojos,
sonó una canción de los ochenta cantada por Nina Simone
y se crearon estos cuentos:








***Miren

Solíamos ir al Club de Jazz a bailar los viernes. Paul era un gran bailarín. Allí sonaba a menudo Nina Simone. Me encantaba bailar con sus canciones.

Paul te podía hacer sentir que eras lo más importante del mundo para él. Me colmaba de atenciones. Me abría la puerta del coche para que me sentara. Me cedía el paso en todas las puertas. Me ayudaba a ponerme o a quitarme el abrigo. Me preparaba la silla cada vez que nos sentábamos. Y sobre todo, en su sonrisa cabía el mundo entero y sus ojos verdes sonreían al mismo tiempo prometiendo el paraíso.

Cuando escuchaba "My baby just care for me" me sentía tan afortunada como la protagonista de la canción, mientras Paul me miraba sonriente y flotaba conmigo por la pista.

Yo trabajaba en la cafetería los fines de semana, pero aquella noche de Halloween, aunque era sábado, no tenía que ir porque mis jefes iban a celebrarlo con sus niños. Decidí darle una sorpresa a Paul. Sabía que iría a bailar esa noche también, así que me disfracé de bruja y fui al club. Al entrar sonaba la canción de Nina Simone y me hizo sonreír. Desde el guardarropía eché un vistazo a la pista y vi a Paul bailando con una rubia despampanante. Tras recuperarme del pequeño shock que me produjo la visión de aquella mujer, pensé que si Paul bailaba siempre, necesitaba pareja de baile. 
Me fijé mejor y vi cómo la miraba, cómo la sonreía y cómo la hacía flotar. Justo como a mí.

Me quedé petrificada hasta que Paul se acercó hacia el servicio y al verme me dijo:
-Hoy no es viernes, querida.

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***Junkal

¡Cómo me gustaban las noches de Halloween! Aprovechaba para encender la chimenea, hacer palomitas y poner una película de terror en el DVD. 

Siempre me sentí un bicho raro entre mi familia y amigos, pues era una amante de ese tipo de cine. Me daba igual, me lo pasaba en grande. Hasta que en el último Haloween, ocurrió algo que se me grabó en la retina para siempre.

Aquella noche había seguido el ritual de todos los años. Cuando lo tenía todo listo, apagué las luces para que no me importunara nadie y puse en marcha el DVD. 

Llevaba un rato viendo la película cuando escuché una suave melodía. En un principio pensé que formaba parte del film que estaba viendo, aunque las escenas no seguían la música. Le di a la pausa y un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. La canción seguía sonando. Me levanté derramando el cuenco de palomitas y por alguna absurda razón, eso me asustó más. Me apresuré a encender la luz más cercana y cuando lo hice me sentí un poco mejor, aunque no demasiado. 

La canción no paraba, a pesar de que habían pasado varios minutos, o esa sensación tenía yo. Me resultaba familiar, seguramente porque la habría escuchado en alguna ocasión y era pegadiza.

Entonces ocurrió. La televisión, que todavía tenía la imagen congelada de la película que estaba viendo, emitió un sonido extraño y la escena cambió. La miré y yo también sentí que me congelaba. Ahí estaba, la pantalla reflejando una imagen de mí misma preparando el ritual momentos antes, acompañada de esa canción que no dejaba de sonar. El DVD se puso en marcha por sí solo y mostró en ese momento lo que iba a suceder a continuación y me desmayé.

A día de hoy, ya no veo películas de terror y Halloween ya no existe para mí. Cuando escucho esa canción, me vuelvo a desmayar.

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***Ana

Mi vecino tiene su aparato de música a todo volumen y escucho la voz de Nina Simone cantando "My baby just care for me". Me dejo arrastras por la melodía y comienzo a tararearla. Su voz me recuerda a algunas canciones que escuchábamos por la radio cuando era pequeña.
Un pensamiento me lleva a otro y me veo, un 1 de noviembre, como hoy, hace ya muchos años, saltando de la mano de mi madre camino del cementerio. Lleva un ramo de flores pequeño y humilde, pero muy bonito. Sé que vamos a visitar la tumba de mis abuelos y estoy segura de que mi madre llorará mucho. Ella va toda vestida de negro. Se ha puesto su traje más elegante, pero a mí no me gusta. Está más guapa con su blusa rosa y además hace juego con el color de sus mejillas.

Es un día muy especial y estoy contenta. He estrenado zapatos y un precioso abrigo azul. Me queda un poco grande y las mangas me tapan las manos, pero no me importa, porque es nuevo. A partir de ahora, será la ropa que llevaré todos los domingos. Quizá, para el año siguiente, si doy un buen estirón, ya podré usarlo para ir a la escuela. Pero por ahora, tendré que conformarme con el abrigo viejo pues mi madre dice que "echo todo a perder".

Mi alegría se esfuma cuando llegamos al cementerio. Hay mucha gente y casi todos van con ropa oscura o negra. Parecen bandadas de cuervos llorosos frente a las lápidas. El olor dulzón de las flores me marea y me asusto tanto que yo también comienzo a llorar. Mi madre me consuela. Me dice que no esté triste por mis abuelos, que ellos están con los ángeles y no me atrevo a decirle que lo que me pasa es que estoy muerta de miedo.

A partir de ese día, estuve mucho tiempo obsesionada con los muertos. Miraba cada noche debajo de la cama y al levantarme, siempre temía que una fría mano me agarrara el tobillo. Esto hizo las delicias de mis hermanos que no tenían que forzar mucho la imaginación para pasárselo en grande a mi costa. ¡Dios! ¡Cómo han volado los años y a cuántas personas queridas he tenido que despedir!

Ya no temo a mis muertos, ahora, los añoro.
Siento que el ánimo se me va ensombreciendo, pero la voz de Nina Simone viene a salvarme, filtrándose de nuevo por las paredes. Dejo que mis pies sigan el ritmo de la música y mientras bailo, la pena se me desborda y me deshago en lágrimas, como solo sabemos hacerlo los que estamos vivos.

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***El grupo

...Los aittonas me dijeron que esa luz acompañaba a la energía de los muertos a encontrar su nuevo camino. En la calle los escaparates adornados con bandejas de pasteles que les llaman "huesos de santo" que, por cierto, me recuerda el nombre al canibalismo.
Han pasado los años, las despedidas se efectúan cada cual como las siente y sabe. 
Recuerdo la frase de Voltaire "la energía ni se crea ni se destruye, se transforma"...
Esther

...En una pequeña pista de baile de un pueblecito alejado del centro, suena la música. Dos pasos delante, dos pasos detrás. Yo me dejo llevar, cierro los ojos, no miro hacia el escenario, sueño, sueño, y la imaginación me transporta. Conocí hace años a Nina Simone en un día de Todos los Santos...
Mª Jesús



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Y a vosotros, ¿qué historias os sugiere esta canción? 
Feliz Imaginación.