lunes, 7 de mayo de 2018

En un lugar del CBA en Irún, de cuyos nombres mejor acordarse...

Ilustración: David Guirao "En un lugar de la Mancha".
¡Hola!
Estamos a tan solo dos meses de acabar el curso y, aunque por estos lares no haya habido demasiado movimiento, por las tierras de la imaginación no hemos dado abasto. No hemos parado de crear y crear y jugar y jugar y de descubrirnos como escritores distintos a los que habíamos sido hasta la fecha.

Estoy encantada con la confianza que depositáis en mí y con la incertidumbre con la que cada lunes entráis en clase para ver sobre qué os tocará escribir esta vez. Ojalá seáis tan conscientes como yo de vuestra evolución. Sois magníficos. Y este ejercicio, bien merecía un molino, digo, un post.

Disfrutad. La idea era convertir a Maxi y a Antxon, dos de nuestros chicos del taller en Maxijote y Ancho Panza (la idea la tuvo Javier, a quien no le faltan ideas, por cierto). Debían remontarse a los relatos caballerescos, a la gran obra de Cervantes y de paso, camelar a Sara, nuestra particular Dulcinea irundarra.

Como siempre, han hecho lo que les ha dado la gana. Jaja. Soy la profesora con menos autoridad del mundo y sin embargo, los quiero.

Itziar.

Ejercicio de Escritura Creativa número 16, o 316, ¡a saber!
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***ANA***
(Les ha cambiado los nombres porque les parecía más sugerente. Yo, como soy una profesora muy flexible, acepto el cambio sin problemas. Lo importante es lanzarse a la aventura de escribir. Bravo, Ana.)

LAS AVENTURAS ANTXONJOTE Y MAXIPANZA

Eran ya muchas las jornadas y  los caminos recorridos por Antxonjote y Maxipanza en busca de la bella Sara, desaparecida  misteriosamente de la aldea . Habían preguntado por ella a todo ser viviente, pero nadie supo darles razón. El bueno de Maxipanza estaba perdidamente enamorado de la moza y no perdía la esperanza de encontrarla. Cada noche, lloraba desconsolado sobre el huesudo hombro de Antxonjote, mientras, este le consolaba como buenamente podía:
—Pardiez Maxipanza, déjate ya de  lloros y quebrantos que te estás quedando como la mojama de las tantas aguas que pierdes por los ojos y las napias. Échate al gollete un buen trago de vino que seguro que te hará recobrar las fuerzas.
— Os lo agradezco mi señor Antxonjote, pero ni  siquiera el vino puede alegrar mi corazón— Dijo el escudero mientras se sorbía  los mocos ruidosamente  y daba buena cuenta de una hogaza de pan y un gran trozo de longaniza.
 No durmieron mucho aquella noche, pues apenas apuntó el alba, un mozalbete vino a despertarlos a golpe de gritos y meneos:
—¡Que han visto a Doña Sara! ¡Que han visto a Doña Sara!
No habían reaccionado de tamaño sobresalto cuando avistaron al fondo del camino a la bella Sara. Sorprendidos, se acercaron hasta ella, que caminaba ufana acompañada de un viejo burro legañoso y lleno de mataduras al que martirizaban un enjambre de moscas. La moza, con una sonrisa tan ancha como Castilla les presentó a su bestia:
—Se llama Marcelino y son  muchas las leguas y más los reales que me ha costado este bello corcel, pero ¿verdad que es hermoso?— Dijo la cegata Sara, mientras con mano delicada apartaba las moscas del animal y que a ojos del embobado Maxipanza, parecieron mariposas de contento que estaba. No lo celebraba tanto  Don Antxonjote que, considerando la situación y viendo que la aventura había sido corta y un poco insulsa, supo que tendría que sacarse de la manga un montón de mentiras para contar a aquel paniaguado y desconocido, al que llamaban Don Miguel de Cervantes y  que se había empeñado en escribir su historia a cambio de algunas perras y al que lo más seguro, es que no llegara a leer dos líneas, ni su santa madre.

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***MIRENTXU***
(Un ejercicio creativo fantástico. Pasen y léanla).

Maxijote y Antxonpanza
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Eranse que se eran
un caballero y su hidalgo
y que, fueran lo que fueran
tengo que contaros algo.

Maxijote y Antxonpanza,
amigos desde la infancia,
corriendo mil aventuras
incluso pasaron  por Francia.
A veces, cosas muy duras
pero con gran esperanza,
buscando a la bella Sara,
que amaban los dos sin freno,
sin conocerla muy bien
y que (no sabían quién )
dejóles el "coco"lleno
hablándoles de su cara.

Bajo un sol abrasador,
a descansar se pusieron
en un viejo corredor
de una casa que encontraron.

Dormitaban inconscientes
soñando quién sabe qué
uno, moviendo un pie
y el otro enseñando dientes.

Tres gordas moscas volaron
a la cara de Antxonpanza
y sin prisa se posaron 
en su nariz y su panza

Y levantóse del susto
gritando cosas muy fuertes,
Maxijote, estando a gusto,
sobresaltado de muerte.

Díjole cabreado
-¿Por qué me has despertado?
-¡Estas moscas puñeteras, que no me dejan dormir!
-¡Pero si tú no te enteras
el burro en tus posaderas, 
las moscas quieren salir!

Discutieron un buen rato
y ya despiertos los dos
se pusieron en camino
uno, en su burro cegato
el otro, en caballo zaíno.

En busca del amor de Sara
recorrieron gran distancia
y al llegar a su destino
sorprendidos se quedaron
pues una gran fiesta encontraron
baile, música y vino
flores, luces y un gran fasto

-¿Qué celebráis -preguntaron.
-Una boda muy importante, 
¡la bella Sara casada!
-¿Cómo? ¿Con quién?-insistieron
-Con su amiga Marianela
a quien ama desde siempre,
amor al fin confesado
que su amiga también siente
y por ello, se han casado.

El desmayo de los dos
fue cosa para la historia
quedando así en la memoria
de todos los pobladores
que cuando hablaban de amores, 
mencionaban enseguida
cómo se les fue la vida
a estos pobres soñadores

Nunca se supo más
Hacia donde se alejaron
suponiendo que en verdad
otros amores buscaron.

Aquí termina esta historia
que "obligada" he relatado
no me dará mucha gloria,
espero la hayais disfrutado
y...que pronto pasará
la vergüenza que me ha dado.


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***IRIA***
(Y su capacidad para reinventarse en cada texto, siempre que se permite jugar).


Del mambino robado y la revelación de AnchonPanza

En un lugar entre montañas, de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía un loco vascón -hace mucho tiempo, afortunadamente- que se creía hidalgo venido a más, soldado justiciero y enviado de la sidra. Con alma beligerante y sentido enloquecido, se hacía llamar MaxiJote, pues así se lo reveló en sueños -le gustaba contar- el mismo Quijote de la Mancha, una suerte de guerrero hispano que luchó contra gigantes de este y otros planetas. MaxiJote se hacía rodear de sidras, siendo txotx su grito de guerra al alba y unos discursos necios y arrastrados al anochecer. En su sainete diario contaba con la fiel compañía de AnchonPanza, un vascón rollizo de buen talante que vivía enamorado, en secreto, de MaxiJote. Para este incansable escudero, la jornada era brillante si el objeto de sus deseos no le ultrajaba, mas vivía afligido pensando en el momento en que MaxiJote encontrara, por fin, a su amada y ansiada Sara. Su única esperanza respecto a este amor de ensueños, es que al ver el pordiosero encanto de esta cutre dama, quien viajaba en burro y se rodeaba, en su cochambre, de codiciosas moscas; MaxiJote volviera la mirada a su redonda y plácida figura, siempre fiel, siempre afín, siempre a la espera.

En aquella batida andaban, por aquellos días, en un viejo poblado. Habían oído que una señorita de voz sedosa, pelo de caracol y labios colorados, había paseado su viejo y tuerto burro por sus adoquinadas calles. Podía ser otra, pero el zumbido de las moscas que le acompañaban, según le contaron a AnchonPanza, le delató. Sara, que así se llamaba, no conocía aún el apasionado amor que MaxiJote, un hombre de media altura, mirada traviesa, cabello níveo y corazón errado, le atesoraba.

MaxiJote estaba convencido de que el encuentro sería inminente. Mas para estar preparado para esa primera mirada, quiso pasar antes por el bar y por la barbería. En el bar MaxiJote escanció sidra para apaciguar sus nervios. En la barbería hizo uso de los saberes del capacitado diestro de las manos, para cercenar su ya excesiva y mugrienta barba y realizar arreglos dentales, puesto que el alcohol y la falta de higiene tenían dañada su dentadura. Estando sentado en aquel lugar de pelos y sanguijuelas, con ambiente lúgubre, teñido de rojo sangre y ruidoso, se fijó en las manos del barbero. Sujetaban un mambrino reluciente, elegante a pesar de las batallas, firme a pesar de los asaltos. Se imaginó con aquella bacinilla sobre su testa, preparado para ir a tantas guerras como Sara necesitara contemplar para mostrarle su valía y su heroicidad; listo para cualquier injusticia que necesitara su auxilio y dispuesto para batallar, como su ídolo soñado, contra gigantes de cualquier confín. MaxiJote, de una salto, se hizo con el mambrino en cuestión y dejando alelado al barbero salió del local al grito de txotx, voz de llamada para su fiel escudero quien acudió, presto, con los caballos preparados. La curiosa pareja abandonó al galope aquel pueblo pasando por delante, sin enterarse, de la misma Sara; buscando aventuras a las que lanzarse.

Es así como AnchonPanza entendió que no era la idea de tener a Sara, la del burro y las moscas, lo que incitaba a MaxiJote, si no la búsqueda eterna que le llevara, en el proceso, a retos más insensatos e imprudentes. Y, entonces, AnchonPanza estuvo de acuerdo con la vida que le tocaba.

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***MAXI***
(Este hombre escribe mucho y con gusto. Mirad qué versión. Por cierto, él es nuestro Quijote).

"EL JUEGO DE SARA"

Sara miraba la pantalla. El juego iba lento otra vez. Internet en el mundo rural era aún peor que el viejo cartero, este al menos sabias más o menos cada cuanto venía, salvo la época de nieves.
El juego hoy era diferente, desde que había superado los dos primeros niveles, su personaje era ahora una Sara convertida en una Dulcinea hechizada a la que el loco Maxijote debía desencantar. Estaba claro que el programa no reaccionaba bien. Claro, los creadores no habían contado con que ella desvirtuaría los personajes desde el principio. No pensaron en que una chica hiciera que un personaje femenino se pegase a los dos chalados. Se convirtió en Sanchica al juntarse con Maxijote y Antxon Panza en el camino de La Mancha pero luego escogió a Marcela, pues su rebeldía le hacía identificarse con ella y parecía funcionar mejor en el juego.
Pero la trama se desestabilizó aún más cuando creó un borrico para ella. La historia tenía al Flaquinante de Maxijote y al rucio del ambicioso Antxon Panza, pero no se esperaba un burro viejo rodeado de moscas amenazado de sacrificio por inútil.
Vaya, la partida volvía, bien, Sara quería acabar antes de que su padre volviese del campo. Volvió a hacer lo contrario que el juego esperaba, la moza perseguida por Maxijote agarró su burro y salió al camino, y en vez de huir de los dos personajes partió en su busca. Eso no daba puntos, pero ella necesitaba al resabiado de Antxon Panza, tenía una misión para él.
Cuando en la pantalla ya solo se veía la espalda de la mozuela y la grupa de su borrico con moscas por encima rumbo al horizonte, guardó el nivel de la partida y pudo dejar un mensaje en pantalla:
- Padre, me voy. - Y añadió su cita favorita de Marcela - “Tengo libre condición y no gusto de sujetarme: ni quiero ni aborrezco a nadie.”
Y cerró con una frase más: - Salvo a mi burro.
Después cogió su mochila con comida para varios días, un zurrón y su cayado. Salió fuera donde el viejo burro de la familia estaba a la sombra y soltando el ronzal le habló:
- Venga Cervantes, vámonos. Hay mucho camino por delante y debo buscarte un nuevo hogar, te buscaré un Antxon Panza si es que aún queda alguno.


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***JAVIER***
(Sin su idea este ejercicio no se hubiera dado. Ocurrente e intrépido, aquí su relato). 

"Las Aventuras de Maxijote y Antxon Panza en busca de la bella Dulcisara"

Emulando libros de caballería, nuestros amigos perviven en el tiempo. Rocín y rucio, manque maltrechos, les acompañan. Ya no sabemos quién suspira más por la simparDulcisara que, entretenida, espanta moscas a su burro en El Frambueso.
Ha cambiado su mundo. En la península hay sólo tres provincias. Echando una línea que une Lisboa, Madrid y Valencia, hacia el Sur, sólo se puede hablar el idioma de Alá. Las iglesias son mezquitas. Si trazamos otra entre Madrid y Santander tendremos, al Este, Chinalandia y, al Oeste, laGalaecia Latina, único reducto donde pervive el castellano. Catalanes y vascos, persiguiendo la independencia, quedaron sometidos a los chinosy hablan, todos, el idioma de Kung-fu. Madrid, tripartita, es la nueva Jerusalén.
Podemos suponerque nuestros andantes Maxijote y Antxon Panza cabalgan por suúnico feudo idiomático. Confían en encontrarlagracia que les mantiene vivos y que, con el paso del tiempo, ya comparten. Llegando a la costa de la Galaecia, nadie les da señal de dónde encontrar El Frambueso.
Topan con una reata de un millón de galegos que se han perdido. Les pesa su morriña. Panza pregunta, pero no escucha más que sollozosde los que se buscan a sí mismos. En sentido contrario, hacia el sur, encuentran otro millón de enturbantados que, de rodillas sobre sus alfombras, oran hacia la Meca. No saben dónde poner el jamón y el orujo que llevan de regalo a los suyos. Son ya tan galegos, que ignoran el varapalo que van a recibir en sus costillaresal llegar a la tierrade nuevo reconquistada.
Ante semejantes malandrines, Rocinante se encabrita, don Maxijote, con su adarga, se enfrenta a galegos y alauitas; el rucio y Antxon Panza también arremeten contra ellos. Si salen malparados, que sean los cuatro y, si vencen, tendrán que presentarse los dos millones ante la simpar Dulcisara y rendirle pleitesía. ¡Viva los caballeros andantes!


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***ANA R.***
(Su primer año en este taller y su creatividad desbordante. No le teme a nada. Hay que leerla).

ACTO IV
-Mi dulce Saratea De Ambulata- exclama Maxijote De Iruncentro con voz trémula por la emoción de ver a la moza.- Quiera Dios concederme vuestra esencia y admirar cada día ese bello semblante que a una reina "semejanza". Perderme entre sus enaguas blancas. Besar el suelo por donde pisa.
-Pero, mi señor… -Antxon Panza, con actitud resignada, se acerca a sujetarle-. Dame paciencia  – murmura mientras mira al cielo.
-Pero, mira, querido Antxon: ¡qué porte en ese corcel rodeado de campanillas! ¡Qué grácil andadura! ¡Qué elegancia de figura! ¡SARATEA! ¡SARATEA! 
Sale Maxijote disparado hacia la joven.
No sin dificultad, le persigue Antxon Panza. Mientras, la mujer, vestida con un traje de descontaminación y tirando de una carretilla llena de desperdicios que intentan asaltar las moscas, se para mirando incrédula al gerente del hospital corriendo hacia ella, con los brazos abiertos, gritándole mientras babea, hostigado por el jefe de personal.
-“Shissst” – Les señala con el dedo y les frena en seco – Parece mentira que con la cantidad de problemas que tenemos, os dediquéis a tocar los cojones al personal. Elegid a otra para vuestros entretenimientos. ¡Centraos un poco, pareja de irresponsables!. – Vuelve a agarrar la carretilla y se va.
Los dos personajes masculinos se acercan al centro del escenario murmurando:
-Pero, ¿no era hoy el ensayo general? Encima de que tenemos la agenda a tope….La verdad es que Saratea está preciosa. Creo que esta OPE va a ser la suya. Seguro que consigue plaza.
El escenario se queda vacío. El público se va. Cada vez el teatro del absurdo… es más absurdo.

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