sábado, 7 de marzo de 2015

Armando Segovia

Ilustración realizada por la artista irundarra Alicia Cebrián,
que cedió al grupo con todo el cariño y todo su arte.
Esta es su particular aportación al personaje de Armando Segovia. 
La creación de los personajes es una de las partes más importantes a la hora de escribir una historia. Lo mejor de trabajar a los protagonistas en grupo es que unos y otros se van animando y les imaginan rasgos y características que pueden convertir una simple idea en "alguien" que en un momento dado nos parezca real. 
Después, inventaremos su historia a partir de esas pinceladas y volaremos con ellos a... cualquier lugar.

Os presento a Armando Segovia. 
Un personaje que no tiene desperdicio, con su cicatriz de siete centímetros en la ceja, su profesión de cirujano plástico, con sus sueños y su vocación frustrada sorprendente donde las haya y sus seis hijos y ex mujeres...
¡Casi nada! 

Todos partieron de la misma base de datos y así es como lo contaron. ¡Geniales! La imaginación no tiene límites y el estilo de cada uno se aprecia en cada frase. 

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***Por Isabel

El trompazo que se había dado deslizándose por Sierra Nevada, tenía a Armando Segovia hecho un basilisco, con una pierna escayolada. Tranquilizaba la pasividad del miembro herido haciendo cuentas y embalsamando los muñecos que, vía Internet -en amazon.es- había conseguido de arcilla y goma, prensada, aptos para cualquier disección.
Se sentía satisfecho. Sandra le había regalado en alquiler, por un mes durante la convalecencia, un coche eléctrico para desplazarse por los Madriles. Su ex-segunda lo tenía en palmitas para cerciorarse de la manutención de 250 pavos de su retoño y así poder mantener a aquel yonqui de mierda, que presumía de ser informático, pero que el jodido llevaba dos años de barman. ¡Que limpiara los urinarios! 
Saboreaba con los ojos celestes la cantidad de 3 millones de euros que estaba recopilando para poder subir al espacio en 2020, fecha que le habían concretado en Astrium-Europa. Era su secreto. Caja fuerte, en Bankia. ¡Si no quebraba de nuevo! ¡Los malnacidos preferentistas! ¡Todos a mendigar! 
Armando se levantó, cogió "Antonio Banderas", el olor lo refrescaba. Fue un detalle de su primera ex, Begoña, por su postración. Esto lo mimaba por efecto de afecto psicológico. ¡Una inestable! Se quedó preñada. Si no, no la conoce. Y lo obligó su estatus social a darle el sí en la Almudena. 
Los gemelos no le disgustaron. Sus compañeros lo alabaron por sus espermatozoides, ¡por partida doble! 

Bajó por el ascensor al garaje. El accidente había sido tan precipitado, hospital y demás incidencias, que no había tenido ocasión de tapar la moto acuática. Trató de encaramarse y lo logró de mala manera. Hacía tan solo una semana, por Menorca, casi como un orgasmo, a 82 km en menos de 3 segundos. El pastón pagado por una cirugía a una sesentona había sido una gran inversión. Julia y sus amigas ricachonas que pagaban lo que fuera por recuperar lo perdido. A las tres niñas las estaba educando para aumentar sus mismas debilidades. 

Se apeó en la calle Legazpi. Tenía sesión de violín en el Matadero, con el grupo al cual estaba asociado, para poder representar obras en los teatros de la comunidad. Leer su nombre en los panfletos de cada actuación le subía la adrenalina. Se los enseñaba a sus seis descendientes, para que presumieran de padre. Pero sobre todo, para que las madres se sintieran relegadas ante sus logros sociales. Cruzó la mirada con la de Isabel.
-Buen día. Hace tiempo que no nos veíamos.
-Sí, se coincide o no con la gente.
-¿Irás a pasar las fiestas a Irun con tu hermano y tu cuñada? -dijo manteniendo la mirada.
-Tú lo has dicho.¡ Zorionak!
¡Menudo cínico! pensó Isabel. Sabiendo que su hermano estaba muerto, volverlo a mencionar... Si pensaba que le replicaría, iba listo. Estar a su altura le daría vértigo y hasta podría vomitar. 
-Zorionak.
Armando entró en el Matadero. Mónica, la que tocaba el violonchelo le sonrió. La invitaría a cenar y le prepararía una cena tipo Buli que no olvidaría...

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***Por Miren

Armando ya tenía cuarenta y seis años, recién cumplidos. Era 26 de diciembre y planeaba pasar la Nochevieja en Jaca con todos sus hijos y Marta, su tercera mujer. Juan, su hijo mayor, acudiría desde Cuellar con su novia y su hermana Lucía. Él llevaría en su mono-volumen a sus otros cuatro hijos y a Marta. Había alquilado una casita para todos. Irían a esquiar el día de Año Nuevo y el resto de la semana. Debía acordarse de llevar las pesas para entrenar o sus músculos se reblandecerían en cinco días. Antes de salir de Madrid tenía que hacer la compra para la cena. Él se encargaba de la cocina. Se le daba bien. Entrenaría con su menú favorito, con el que quería presentarse a concursos de cocina. Sabía que un día ganaría y por fin se haría famoso. Mientras tanto, había que entrenar el cuerpo para que llegado el momento diera su mejor imagen. Lo de la estatura no tenía remedio. Utilizaría alzas interiores como José María Aznar. Mejor que llevar tacones como el cantante Raphael. 
Se miró en el espejo y vio la cicatriz en la ceja. Tampoco eso tenía remedio. Lo había intentado varias veces con los mejores colegas plásticos pero solo habían logrado reducirla a siete centímetros. Tal vez le imprimía cierto carácter. Sabía que Marta la odiaba, pero también a él le disgustaban sus labios operados, aunque nunca lo admitía, ya que eran obra suya. 
¡Maldita moda de operar labios! Había hecho dinero con ellos pero le daban asco. Lo mismo que Marta. Ya no la podía ni ver. Nada era suficiente para ella y lo trataba como aun cero a la izquierda. Él merecía ser respetado, adorado incluso. Su secretaria sí que sabía tratarle como se merecía. La echaría de menos en Jaca, pero pronto podría estar con ella cuanto quisiera. Cuando Marta sufriera un horrible accidente de esquí que también tenía planeado. 

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***Por Ana

El día que Adela conoció a Armando Segovia quedó bastante impresionada por su atractivo. A pesar de que no era un hombre alto, ya que apenas medía 1.72 , su cuerpo le pareció perfecto. Era muy delgado y elástico y a ella le encantaba. Odiaba a los hombres que se machacaban en el gimnasio para lucir músculos. En Armando todo era armonioso: su voz, su pelo rubio que caía lacio sobre su frente, tapándole una cicatriz de al menos siete centímetros que atravesaba su ceja derecha. 
Adoraba sus modales elegantes y educados, aunque a veces se mostraba bastante cínico y eso a Adela no le gustaba tanto.
Comenzaron su relación en agosto y en diciembre, Armando aún no había llevado a Adela a su apartamento a pesar de que vivía solo. Nunca hablaba de su vida personal, tan solo comentaba banalidades o dejaba entrever sus numerosos éxitos profesionales y eso demostraba su carácter egocéntrico, si bien era verdad que estaba considerado un excelente cirujano plástico.
Adela comenzó a sospechar que quizá vivía con otra mujer, ya que muchos domingos se excusaba para no verla y al hacerlo se arrancaba los pelitos de la barba, manía que ella había observado en Armando cuando se ponía nervioso o mentía.
El 25 de diciembre, Armando cumplió 45 años y decidió no seguir ocultando su vida a Adela, ya que esta mujer le había enamorado y deseaba consolidar su relación. Le pediría que se fuera a vivir con él, pero antes debía saber unas cuantas cosas. La citó por teléfono en una cafetería y Adela acudió nerviosa pues intuyó que se trataba de algo serio.
Armando miraba a Adela sin saber muy bien cómo empezar. Le contó que nació en Segovia, aunque pronto se trasladaron a vivir a Madrid. Su padre, médico como él, era un hombre muy conservador y religioso y le educó con una disciplina casi militar. Cuando Armando cumplió los diecisiete años, le dijo a su padre que no quería estudiar una carrera, que lo que deseaba era estudiar un módulo de tanatoestética. A su progenitor casi le dio un ataque y en un arranque de ira, se quitó el cinturón y le propinó una soberana paliza con tan mala fortuna que la hebilla golpeó la ceja de Armando abriéndole una buena brecha. No le dieron opción de elegir y lo matricularon en la facultad de medicina. Así que decidió que si no podía poner guapos a los muertos, pondría guapos a los vivos.
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***Por Esther

...le gustaba ser el centro de atención ya que tenía miedo de pasar por la vida desapercibido.
Nació un año después del mayo del 68. Comenta que su ego rebelde se nutre de ello, de ese tipo de revolución. 
Estamos en los cafés, saca su estuche y lo abre con un ceremonial estudiado. Ahí está su violín brillante. Lo acaricia con amor y sonríe. En la sala los comensales fijan su mirada en Armando. Se produce un respetuoso silencio. Él sube a un pequeño escenario con dos luces. Una enfoca al violín y la otra proyecta su figura. Comienza a interpretar Yello de Yan Tiersen. Se la dedica a la familia de Jade. Ellos sonríen, se sienten tranquilos y confiados con ganas de regresar a su país. 
Armando sonríe cuando acaricia y ajusta las clavijas del violín. Su rostro no muestra ni cinismo ni ego. El sonido de su música los transporta al Ser.
Conocerse, amarse, respetarse.
Esa es la otra frase preferida de Armando Segovia.

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***Por Espe

...a una de mis amigas le sorprendió que fuera maquillador de cadáveres y que su hobby fuera la cocina para poder ganar Máster Chef. Estaba empezando y necesitaba mucho reconocimiento. También mencionó la música, estudió solfeo y el violín era su instrumento. Nos fascinó su caballerosidad. Mi cara cambió cuando dijo que le gustaría viajar a la luna...

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***Por Junkal

...Quería celebrar con ellos el éxito anunciado que le esperaba mañana. Sería el ganador del concurso de Máster Chef. El fracaso no era una opción. Era tan buen cocinero como cirujano y no tenía rival en ninguno de ésos campos. Ese concurso sería el trampolín para salir en la televisión nacional y codearse con los famosos. Además tenía que anunciarles un deseo que lo llevaría a la cumbre a nivel mundial. Estaba organizando un viaje a la luna. Pisarla y clavar una bandera con su fotografía. Ya estaba saboreando el impacto que esto causaría en todo el mundo. Empezó a arrancarse unos pelos de la barbilla de pura excitación, regocijándose en el leve dolor....

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domingo, 8 de febrero de 2015

Historias con música


Cuando escribimos no podemos obviar el ambiente, es parte esencial de la escena donde se desarrolla la acción.

Por ello, con motivo del día de Todos los Santos,
en mitad de la clase cerramos los ojos,
sonó una canción de los ochenta cantada por Nina Simone
y se crearon estos cuentos:








***Miren

Solíamos ir al Club de Jazz a bailar los viernes. Paul era un gran bailarín. Allí sonaba a menudo Nina Simone. Me encantaba bailar con sus canciones.

Paul te podía hacer sentir que eras lo más importante del mundo para él. Me colmaba de atenciones. Me abría la puerta del coche para que me sentara. Me cedía el paso en todas las puertas. Me ayudaba a ponerme o a quitarme el abrigo. Me preparaba la silla cada vez que nos sentábamos. Y sobre todo, en su sonrisa cabía el mundo entero y sus ojos verdes sonreían al mismo tiempo prometiendo el paraíso.

Cuando escuchaba "My baby just care for me" me sentía tan afortunada como la protagonista de la canción, mientras Paul me miraba sonriente y flotaba conmigo por la pista.

Yo trabajaba en la cafetería los fines de semana, pero aquella noche de Halloween, aunque era sábado, no tenía que ir porque mis jefes iban a celebrarlo con sus niños. Decidí darle una sorpresa a Paul. Sabía que iría a bailar esa noche también, así que me disfracé de bruja y fui al club. Al entrar sonaba la canción de Nina Simone y me hizo sonreír. Desde el guardarropía eché un vistazo a la pista y vi a Paul bailando con una rubia despampanante. Tras recuperarme del pequeño shock que me produjo la visión de aquella mujer, pensé que si Paul bailaba siempre, necesitaba pareja de baile. 
Me fijé mejor y vi cómo la miraba, cómo la sonreía y cómo la hacía flotar. Justo como a mí.

Me quedé petrificada hasta que Paul se acercó hacia el servicio y al verme me dijo:
-Hoy no es viernes, querida.

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***Junkal

¡Cómo me gustaban las noches de Halloween! Aprovechaba para encender la chimenea, hacer palomitas y poner una película de terror en el DVD. 

Siempre me sentí un bicho raro entre mi familia y amigos, pues era una amante de ese tipo de cine. Me daba igual, me lo pasaba en grande. Hasta que en el último Haloween, ocurrió algo que se me grabó en la retina para siempre.

Aquella noche había seguido el ritual de todos los años. Cuando lo tenía todo listo, apagué las luces para que no me importunara nadie y puse en marcha el DVD. 

Llevaba un rato viendo la película cuando escuché una suave melodía. En un principio pensé que formaba parte del film que estaba viendo, aunque las escenas no seguían la música. Le di a la pausa y un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. La canción seguía sonando. Me levanté derramando el cuenco de palomitas y por alguna absurda razón, eso me asustó más. Me apresuré a encender la luz más cercana y cuando lo hice me sentí un poco mejor, aunque no demasiado. 

La canción no paraba, a pesar de que habían pasado varios minutos, o esa sensación tenía yo. Me resultaba familiar, seguramente porque la habría escuchado en alguna ocasión y era pegadiza.

Entonces ocurrió. La televisión, que todavía tenía la imagen congelada de la película que estaba viendo, emitió un sonido extraño y la escena cambió. La miré y yo también sentí que me congelaba. Ahí estaba, la pantalla reflejando una imagen de mí misma preparando el ritual momentos antes, acompañada de esa canción que no dejaba de sonar. El DVD se puso en marcha por sí solo y mostró en ese momento lo que iba a suceder a continuación y me desmayé.

A día de hoy, ya no veo películas de terror y Halloween ya no existe para mí. Cuando escucho esa canción, me vuelvo a desmayar.

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***Ana

Mi vecino tiene su aparato de música a todo volumen y escucho la voz de Nina Simone cantando "My baby just care for me". Me dejo arrastras por la melodía y comienzo a tararearla. Su voz me recuerda a algunas canciones que escuchábamos por la radio cuando era pequeña.
Un pensamiento me lleva a otro y me veo, un 1 de noviembre, como hoy, hace ya muchos años, saltando de la mano de mi madre camino del cementerio. Lleva un ramo de flores pequeño y humilde, pero muy bonito. Sé que vamos a visitar la tumba de mis abuelos y estoy segura de que mi madre llorará mucho. Ella va toda vestida de negro. Se ha puesto su traje más elegante, pero a mí no me gusta. Está más guapa con su blusa rosa y además hace juego con el color de sus mejillas.

Es un día muy especial y estoy contenta. He estrenado zapatos y un precioso abrigo azul. Me queda un poco grande y las mangas me tapan las manos, pero no me importa, porque es nuevo. A partir de ahora, será la ropa que llevaré todos los domingos. Quizá, para el año siguiente, si doy un buen estirón, ya podré usarlo para ir a la escuela. Pero por ahora, tendré que conformarme con el abrigo viejo pues mi madre dice que "echo todo a perder".

Mi alegría se esfuma cuando llegamos al cementerio. Hay mucha gente y casi todos van con ropa oscura o negra. Parecen bandadas de cuervos llorosos frente a las lápidas. El olor dulzón de las flores me marea y me asusto tanto que yo también comienzo a llorar. Mi madre me consuela. Me dice que no esté triste por mis abuelos, que ellos están con los ángeles y no me atrevo a decirle que lo que me pasa es que estoy muerta de miedo.

A partir de ese día, estuve mucho tiempo obsesionada con los muertos. Miraba cada noche debajo de la cama y al levantarme, siempre temía que una fría mano me agarrara el tobillo. Esto hizo las delicias de mis hermanos que no tenían que forzar mucho la imaginación para pasárselo en grande a mi costa. ¡Dios! ¡Cómo han volado los años y a cuántas personas queridas he tenido que despedir!

Ya no temo a mis muertos, ahora, los añoro.
Siento que el ánimo se me va ensombreciendo, pero la voz de Nina Simone viene a salvarme, filtrándose de nuevo por las paredes. Dejo que mis pies sigan el ritmo de la música y mientras bailo, la pena se me desborda y me deshago en lágrimas, como solo sabemos hacerlo los que estamos vivos.

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***El grupo

...Los aittonas me dijeron que esa luz acompañaba a la energía de los muertos a encontrar su nuevo camino. En la calle los escaparates adornados con bandejas de pasteles que les llaman "huesos de santo" que, por cierto, me recuerda el nombre al canibalismo.
Han pasado los años, las despedidas se efectúan cada cual como las siente y sabe. 
Recuerdo la frase de Voltaire "la energía ni se crea ni se destruye, se transforma"...
Esther

...En una pequeña pista de baile de un pueblecito alejado del centro, suena la música. Dos pasos delante, dos pasos detrás. Yo me dejo llevar, cierro los ojos, no miro hacia el escenario, sueño, sueño, y la imaginación me transporta. Conocí hace años a Nina Simone en un día de Todos los Santos...
Mª Jesús



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Y a vosotros, ¿qué historias os sugiere esta canción? 
Feliz Imaginación.


sábado, 24 de enero de 2015

¿Y si contamos lo "no vivido"?

En abril del 2014 se nos fue mucho más que un Nobel,
dejándonos su realismo mágico tatuado en la piel.
Hasta siempre en nuestra Biblioteca, Maestro Gabo.

Imaginad que a partir de la biografía de varios autores archiconocidos tenéis que contar una historia sin saber quién es quién, ni de qué irá su vida, ni nada, absolutamente nada más. 

¿Os inventaríais un capítulo a partir de una sola frase anónima? 

He aquí unos ejemplos:

**Por Junkal.

Mi madre me pidió que la acompañara a vender la casa. Entonces no supe ver el cambio que eso supondría en mi vida. 
Nos mudamos a un pueblo costero, con pocos habitantes que al principio nos miraban recelosos. No podía creer que mis padres tomaran semejante decisión sin consultarme. Sentía que jamás los perdonaría. En aquel momento no fui consciente que de mi mayor desesperación surgiría mi mayor alegría.

Mis días se tornaron grises, angustiosos y tremendamente solitarios. Mi vida se derrumbaba ante mis ojos sin que pudiera hacer nada para evitarlo. Me refugié en los libros y aunque al principio no conseguía concentrarme, poco a poco, la lectura, que hasta entonces no me atraía demasiado, resultó ser una válvula de escape.

Como no tenía ningún amigo con quien desahogarme, plasmaba mis sentimientos en una especie de diario y poco a poco, empecé a sentirme como el drogadicto ávido de su dosis. No podía parar. Escribía y escribía. 

Aunque era lo único que me apetecía hacer, yo misma me obligaba a salir de vez en cuando y era maravilloso comprobar lo que el mundo me ofrecía y así darle forma en el papel. 

Mi mente se expandió y las palabras salían de mí en un torrente de imaginación. Todo en mí cambió. De ser una joven malhumorada, pasé a ser una persona alegre y llena de energía.

Gracias a esas experiencias de la juventud, me convertí en una escritora reconocida y galardonada. He ayudado a muchas personas a comprender que la vida nos da maravillosos regalos, aunque el envoltorio no nos guste.

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**Por Ana.

No falta drama en mi vida, me sobra material de circo para escribir. 
Siempre supe que la existencia era una broma pesada. Dios no fue benévolo conmigo, pues no pasaba un año seguido sin que me asolara una desgracia. La única manera de sobrevivir a tantas penas, fue creer que todo era una ilusión. Un gran teatro en el que me tocó hacer de personaje triste.

Oí muchas voces que me dijeron que era un hombre muy fuerte, también hubo quien me llamó insensible, pero no soy ni lo uno ni lo otro; tan solo soy un náufrago que va a la deriva buscando tierra firme braceando hasta ella porque intento salvarme. 
Acaso, ¿no hacemos todos nosotros lo mismo?

Pero algo he aprendido que tan solo lo breve tiene importancia. Ese instante que pasa y que apenas deja rastro.

Ahora, mi memoria no alcanza más que para recordar las risas, las tardes de sol, la conversación amable, el enamoramiento adolescente y la pasión por una mujer que me dio tanto, que ya nunca más fui capaz de amar a otra.

Tan solo recuerdo todo lo que me hizo feliz que, por desgracia, no fue mucho. Pero a base de rememorar mis días dichosos una y otra vez, los hago grandes. 

En estos momentos, en que sé que estoy llegando al final del camino, llevo una existencia solitaria y apacible. Lleno mis horas escribiendo mi autobiografía. La mitad de los lectores se creerán mi historia y la otra mitad, seguramente no. 
Y todos estarán en lo cierto.

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¿Alguien se atrevería a decir a quién pertenece esta primera frase? 
Si no lo sabéis, leed, leed... 

lunes, 19 de enero de 2015

Acrósticos... juguemos.


Y esto es lo que propuse en otra de las clases... Con los nombres propios y... ¡Oh, qué idea! Escribid también uno con la palabra IKUST ALAIA (a ver qué se os ocurre para salvar esa "k").



Estar en el monte me hizo
ser más consciente de sentir(me) centrada.
Tener la mente y las percepciones atentas.
Hacer y deshacer el hilo del pensamiento,
expandir el vacío (nada) creado y
rebosar de optimismo.

Esther

Invasor de mi vida y mi sosiego.
Kamikaze del amor que matas sin espada
utilizando tan solo la caricia.
Susurras en mi oído y presagio tormenta.
Tanteas con tus manos
alcanzando la cima.
Locos de lujuria, nos encontramos de nuevo.
Aciago fue el día en que te di mi alma, pero
inmensa fue mi dicha de saberme tuya
a pesar de morir con cada beso.

Ana

Imagen y belleza
Karmele
Usabiaga,
serena y a veces nostálgica,
tirana y cándida,
amanece un día sin
lugar a equivocaciones.
Amiga y querida,
ilusión no me faltará,
así te lo demuestro.

Mª Jesús

Ignoraba por qué no se sentía bien.
Kilos de más redondeaban mi cintura,
ulcerándome el cuerpo.
Solo pensaba en volver a sonreír,
tomando alguna decisión que le acercara
a esa felicidad esquiva.
Lamentablemente su facilidad para
angustiarse lo complicaba todo.
Ilusa de ella, pensaba que la
amaría sin condiciones.

Junkal.

Las presentaciones, a veces, se narran.

Uno nunca sabe lo que va a ocurrir cuando abre un libro. Puede intuir gracias a la sinopsis, por qué derroteros le conducirá la historia, pero cada página será un mundo completamente nuevo y sorprendente. Como la vida misma y el día a día.
Como un Taller de Escritura Creativa y los alumnos que lo integran.

El 13 de octubre de 2014 me puse al frente del Taller de Ikust-Alaia, siguiendo la estela de quien fuera mi mentora, Maite González-Esnal, con el apoyo de mucha gente, familia, amigos y lectores, pero con absoluta incertidumbre de lo que daría de sí esta nueva aventura. Llegué, aspiré el olor de la sala vacía y perfectamente preparada para recibir a los "alumnos" y poco a poco fui dando la bienvenida a desconocidos y viejos amigos a los cuales solo les pedí una cosa: "escribid y pasadlo bien".

Porque escribir no es solo "representar las palabras o las ideas con letras" como dice la RAE, sino que es mucho más. Y para muestra un botón. Ese lunes, en vez de hacer una presentación oficial, empezamos a llevar a cabo el objetivo fundamental del taller, la expresión escrita aliñada con la imaginación, para obtener como resultado final, biografías anónimas de gente que escribe, y que cada dos lunes se reúne en la biblioteca para "crear".

Todos tenían que responder a las mismas preguntas donde no sólo había que escribir un nombre y unos apellidos, una ciudad natal y una fecha de nacimiento. "Tengo 36 años". "Tengo 63 y nací en Irún". "Soy de Hondarribia". "Tengo 32" . "Prefiero no decir mi edad"...

¿Quién soy? ¿Por qué escribo? ¿Desde cuándo? ¿Qué me aporta? ¿Para qué estoy en el taller? ¿Qué me gustaría lograr? ¿Para qué público?

En cuanto di el pistoletazo de salida cogieron el bolígrafo y el papel y comenzaron a presentarse desde ese más allá que es la imaginación, dejando las respuestas tipo test para los exámenes y, como buenos escritores amateurs, contando pequeñas historias sobre sí mismos, generosos por compartirse y también, muy tímidos. El "yo" es muy fácil de trabajar en un diario íntimo, pero en grupo...

"Escribo notas, algún poema, diarios... Me motivan en especial los temas de psicología". "La escritura es mi válvula de escape y al mismo tiempo, mi fuente de diversión". "Siendo jovencita, a veces, escribía finales alternativos de películas o libros. Me relajaba el sonido de la máquina de escribir. Aunque ahora uso el ordenador, no puedo evitar sentir algo de nostalgia". "Me encantaría decir que escribo para espantar mis fantasmas, para liberar el dolor y la carga emocional que llevo dentro, pero soy más prosaico que todo eso. Escribo porque me encanta contar historias y me encanta que las escuchen o las lean".

"Me gustaría perder el miedo a escribir una historia que tengo en mente".
"Quiero encontrar mi voz, adquirir herramientas para finalizar lo que empiezo".
"Busco una disciplina, adquirir un compromiso. De esta forma, dedico un tiempo exclusivo a algo que me gusta". "Me gusta escribir y quiero aprender a contar historias con los otros compañeros".

"Escribiendo puedo ser, hacer o tener todo lo que quiera". "Estoy en este taller para descubrirme". "La escritura siempre me ha aportado paz y liberación". "Valoro poder compartir las ideas con gente a la que también le gusta escribir". "Escribir es algo medicinal". "Me ayuda a canalizar, a entender".

"Nunca he pensado en el público". "No me da miedo el término Best-Seller, me aterra muchísimo más el término mediocre". "Entiendo que para leerme hacen falta personas con un mínimo de sensibilidad". "Escribo todo el tiempo, desde siempre; de todo".

En cuanto acabaron y leyeron sus respectivos trabajos, todos nos miramos de verdad, como quien mira por segunda vez un objeto o a una persona que le ha llamado la atención, reconociéndolo.

Un grupo realmente heterogéneo, de hombres y mujeres de diferentes edades y oficios que comparten una afición y un sueño: escribir para ser leídos algún día, sin importar el cómo ni el cuándo.

Por mi propia experiencia, sé que un blog es una plataforma perfecta para empezar a asomar la carita tras el folio emborronado. Con las entradas que poco a poco iré haciendo en este "Ikust Alaia escribe", pretendo dejar constancia de todo el talento que tienen estos valientes que han decidido acompañarme en esta aventura. Me gusta la idea de saber que todos los trabajos realizados permanecerán en el ciberespacio, al alcance de todos aquellos que quieran leerlos y seguirnos en este proyecto.
También suele ocurrir, que cuando te lees fuera de tu escritorio y dejas volar tus ideas libremente, aprendes del colectivo. Y en eso estamos. Aprendiendo unos de otros cada día, y escribiendo, porque es nuestra mejor carta de presentación real o imaginaria.

"Que aspiremos a publicar no significa que merezcamos ser leídos. 
La literatura es tender puentes de una subjetividad a otra subjetividad. 
Que hayamos disparado la flecha no significa que hayamos dado en el blanco". 
Pepa Roma "La trastienda del escritor" 
(Recomendación para aquellos que aman escribir y conocer a los autores)

Si has llegado hasta aquí, en nombre de los integrantes del grupo y en el mío propio, ¡gracias!
Esta aventura no ha hecho más que comenzar.

Que disfrutéis del taller y nuestros cuentos y sed bienvenidos siempre.

Continuará.

Itziar Sistiaga